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jueves, 3 de diciembre de 2015

El bikini y su revolución.

UNA BOMBA ATÓMICA.


Por América Economía.

Resulta increíble pensar que una frágil pieza de tela compuesta por una banda para la parte de arriba y dos triángulos invertidos para la parte de abajo, pensada como bañador para la mujer, haya generado una ola de reacciones tan fuerte en las costumbres sociales de la moda durante la segunda parte del siglo XX.

Entregado en una caja no superior a una de fósforos grandes, el bikini inició su explosiva vida en julio de 1946, gracias a los diseños elaborados por Louis Réard en París. El pequeño envoltorio, sin embargo, escondía algo muy similar a lo que prometía su publicidad: “una bomba anatómica", que sería el eslogan con el que se conocería la pieza.

 ¿Por qué una descripción tan expansiva? Julio es el mes en el que Estados Unidos comienza a axperimentar la bomba nuclear en un atolón del Pacífico sur. Cuatro días más tarde, Réard, desarrolla este traje de baño femenino que, sabiendo sus repercusiones, decide llamar con el nombre del islote en donde se hacían las explosivas pruebas.

Réard, un ingeniero de automóviles cuya familia tenía una boutique de lencería, decidió organizar un buen evento para presentar su obra, para lo cual desarolló un atractivo desfile en piscina de Molitor, el punto neurológico de la sociedad de la moda en el París de la época.

Aunque con varios precedentes en la Antigüedad, el novedoso bikini está compuesto de un sujetador y una braga, emulando a las prendas de la ropa interior femenina.




De acuerdo a varias investigaciones, existen registros gráfico del bikini hace unos 2.000 años, según atestiguan –por ejemplo- algunos  mosaicos decorados con imágenes de mujeres en vestido de dos piezas encontradas en la villa romana del Casale en la localidad de Piazza Armerina en Sicilia (Italia). Como tantas otras, el bikini fue una prenda que pasó por variadas épocas y fue redifiniendo, hasta llegar a la versión moderna que presentó Réard en 1946.



El impacto que causa en las costumbre sociales del mundo a mediados del siglo XX es inexorable. Bajo la presión de la Iglesia Católica, los gobiernos de Italia, España y Bélgica, prohibieron la venta de bikinis. En Francia se autorizó en las playas del Mediterráneo, pero se prohibió en las del Atlántico

En el Festival de Cannes de 1953 la atractiva y joven Brigitte Bardot alborota a todos los fotógrafos posando con un bikini blanco de flores en la playa. "Es ella la que hizo del bikini una pieza emblemática, convirtiéndolo en una mito", subraya Marie-Laure Bellon, organizadora de Mode City, salón internacional de lencería y bañadores organizado recientemente en París.

El bikini pasó a ser una prenda imprescindible de relajo, libertad y comodidad en el verano para las mujeres, con una lógica y evidente buena recepción masculina. Su popularidad fue reforzándose gracias a diversos impactos mediáticos, siendo el más memorable el de Ursula Andress saliendo del agua con un impactante bikini, en una famosa escena de la película de James Bond "Doctor No", en 1962.




En los años 70 las mujeres se emanciparon y queman sus naves para vestirse de la manera en que sientan cómodas durante el verano, en las playas y piscinas del mundo. Uno de los impulsos a ese proceso, el bikini, cumple este mes casi siete décadas.

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